Siempre he pensado que los mejores cursos que pueden darnos  a los que trabajamos en una empresa son los relacionados con la comunicación. Algo innato y que parece muy sencillo como intercambiar información con otra persona se convierte en una habilidad fundamental, más aun en nuestros días cuando tu cliente puede estar en América, tu proveedor en Asia, tu jefe en algún país de Europa y cuando puede haber decenas de personas de varios departamentos trabajando directa o indirectamente en el mismo proyecto. Si no sabes comunicarte bien y hacerte entender en este escenario que además es cada vez más digital, estás perdido.

La tecnología en esta era digital en la que vivimos nos ofrece cada vez más posibilidades para comunicarnos con cualquier persona o personas de cualquier parte del mundo. Y es evidente que cosas como poder escribir un correo electrónico a múltiples destinatarios o compartir un documento “en la nube” con ellos tiene innegables ventajas: la información que transmites llega a varias personas a la vez y queda registrada, lo cual es importante si hay un error de entendimiento inicial o si hay que volver a consultarla posteriormente, puedes incluir imágenes, gráficos o archivos que ayuden a explicar lo que quieres transmitir y si no se trata de comunicar cosas muy urgentes, estos mecanismo digitales de comunicación no son intrusivos porque el destinatario elige cuando leerlos.

Pero a pesar de ello, tengo la sensación de que cada vez nos comunicamos peor en el trabajo. Por una parte, porque todos tenemos mil cosas que hacer simultáneamente tanto profesionales como personales y eso hace que prestemos muy poca atención a los detalles, que son los que marcan la pauta para comunicarse bien. Además, estamos expuestos a tal cantidad de información que nos llega a saturar y a veces no somos capaces de separar lo accesorio de lo realmente importante, así que no llegamos a entender bien las verdaderas motivaciones de la persona con la que nos comunicamos y no somos capaces de adaptar nuestro mensaje a ella.

 Aunque la comunicación oral se sustituye muchas veces por correos electrónicos, whatsapps o directamente solo emoticonos, sigue siendo un arma muy poderosa de persuasión y de transmisión de nuestras ideas. Es más, tengo la impresión de que como es cada vez más escasa, la comunicación oral es ahora más poderisa, de ahí el éxito de iniciativas como las TED talks o los discursos de motivación que se acaban haciendo virales.

Pero con independencia del método que utilicemos para comunicarnos, hay que ser conscientes de que a todos nos beneficia trabajar la manera en la que nos comunicamos y que tenemos que tener claros una serie de conceptos para comunicarse bien, son independencia del medio que usemos. En primer lugar, debemos comunicar desde el respeto al interlocutor, sin caer en la prepotencia o en el desprecio hacia lo que el otro tenga que decir, porque conseguiremos que, a su vez, nosotros seamos respetados. Por otro lado, debemos ser eficaces y claros en lo que queremos decir, lo que contribuirá a que nosotros mismos tengamos las ideas más claras, porque como decía Einstein, “si no eres capaz de explicárselo a un niño de 6 años, es que tú tampoco lo entiendes”. Y finalmente, la opinión del otro, aunque sea diferente a la nuestra, nos amplía nuestro campo de visión y por tanto, nos enriquece. En resumen, comunicarse mejor significa básicamente tener en cuenta al otro como interlocutor válido.

Así que utilizar la palabra o algún formato electrónico para comunicarse es una cuestión de gustos, aunque hay que saber elegir el formato que utilizamos para que la comunicación sea más efectiva en función de la urgencia que tengamos o del grado de detalle que necesitemos transmitir. Pero eso sí, procuremos ser siempre claros, concisos y adaptar nuestro mensaje al receptor utilizando un tono adecuado. No olvidemos que probablemente estemos dando trabajo a alguien cuando nos comunicamos con él, luego si se lo ponemos fácil, mucho mejor.