Como estamos en agosto y tengo un tiempo con el que no cuento el resto del año, a ratos tiendo a filosofar como derivada de mis lecturas por Internet… y es que la red es mágica si lo que uno quiere es divagar, y a mí me encanta hacerlo. La web hace que me sienta como Napoleón, cuando decía aquello de “se aprecia mucho mejor el fondo de los valles cuando se está en la cumbre de las montañas”. Vuelo como un pájarillo y voy saltando de flor en flor cual abeja, picoteando temas aquí y allá, pero eso sí, nada en profundidad…. Y eso me acaba de motivar para escribir este post, porque he estado filosofando un rato sobre el manido tema de los perfiles generalistas (los Napoleones) vs especialistas (en el fondo del valle) en las empresas, y he llegado a una conclusión:

Los generalistas con los que contamos en la mayoría de las empresas son «generalistas de pacotilla», o lo que viene a ser lo mismo, son generalistas poco especializados en serlo.

No quiero enrollarme mucho con distintas definiciones de lo que es un especialista vs un generalista en una empresa, porque sobre eso han corrido ya ríos de tinta; pero en simple visión podemos entender a los primeros como las piezas de un motor, cada una con un cometido y diseño muy concreto para desempeñar una tarea específica, y a los segundos podemos verlos como el aceite que engrasa ese motor y que fluye entre unas y otras piezas para que todas sean capaces de trabajar en conjunto. El motor no funciona sin la combinación de ambos: las piezas se quemarían sin el engrase del aceite, y el aceite no sirve de nada si no hay piezas que engrasar. Esto creo que lo tenemos todos claro. Y la conclusión a la que llego de que en las empresas los perfiles generalistas son bastante chuscos podemos identificarla con un aceite de mala calidad, que redundará en un desgaste prematuro del motor y en su bajo rendimiento. ¿Y por qué esta conclusión?

Obviamente llego a ella basada en mi experiencia personal y en la experiencia que me comentan otros muchos profesionales a los que respeto y admiro. En mi opinión, desarrollar un perfil generalista es harto difícil, principalmente por dos motivos:

El primero es que los sistemas educativos que conozco, nos preparan para ser especialistas absolutos, y se olvidan de materias fundamentales para un generalista. Las habilidades de comunicación, la toma de decisiones, la planificación, el liderazgo, la gestión de equipos… son cualidades con las que debe contar cualquier generalista que se precie, y sin embargo son materias absolutamente abandonadas por los sistemas educativos en general. Sólo se estudian, y ojo, que allí tampoco se ponen en práctica como Máster/Posgrado, lo que limita su aprendizaje y sobre todo su praxis desde pequeños. Se impide así que esas habilidades se desarrollen desde pequeños.

El segundo motivo al que atribuyo la culpa de nuestros generalistas de perfil bajo es por el sistema de valoración y retribución en las empresas. En la mayoría de ellas, los perfiles de especialistas están mucho peor retribuidos que los de los generalistas, porque se identifica especialistas con “curritos” y generalistas con “jefes”´. Y la retribución de las personas por supuesto depende únicamente del escalafón… ¡Craso error! Lo que se provoca es que el ánimo de progresar económicamente que tenemos todos, acabe colocando a muchos especialistas en roles generalistas que son incapaces de manejar y que no se encargan de desarrollar, entre otras cosas porque no les interesa aquello que no entienden y que se sale de su ámbito de confort, que es su especialidad. Un despropósito absoluto. No pretendo ahora dar una solución o proponer un nuevo sistema de retribución en las empresas, porque creo que eso merece una sesuda reflexión que tengo pendiente…. Quizá más adelante, o el próximo agosto.