Leí en linkedin un artículo de Carlos Pelegrín sobre el líder ausente, un perfil de jefe del que nunca hemos hablado hasta ahora, y mira que hemos hablado varias veces de distintos tipos de jefe en este blog. Estoy seguro de que todos vosotros habéis tenido alguna vez un jefe ausente. Es el jefe que no está, pero se le espera, que está al frente de un equipo, pero pasa totalmente desapercibido. Para Carlos Pelegrín, hay dos perfiles dentro de esta categoría de líder ausente: el excelente técnico que pasa a ejercer una labor de gestión y el jefe trepa. Yo añadiría un tercero: el jefe que está de vuelta de todo, que no tiene el más mínimo interés en ningún objetivo, y que solo quiere mantener su status para lo cual, lo mejor es pasar lo más desapercibido posible y no arriesgar nada.

En el primer caso, el del técnico excelente que llega a jefe, el protagonista se refugia en lo que sabe hacer (la parte técnica) y desatiende totalmente cualquier labor de gestión. No suele ser una mala persona, más bien al contrario. Abrumado por las nuevas responsabilidades, se carga con un montón de tareas técnicas que no le corresponden, como para justificar su cargo. No obstante, el equipo permanece desorientado, desmotivado y sin un objetivo claro. Pero en realidad, lo que sucede no es culpa del técnico avanzado, porque realmente no tiene las capacidades para ser un líder, y no las va a poder conseguir por ciencia infusa. Una formación adecuada para él es fundamental, y también alejar la responsabilidad de tener que ser un líder necesariamente perfecto, y ser conscientes de que sobre todo si la persona escogida no tiene mucha experiencia, la organización debe ayudarle en su tarea.

En el caso del jefe trepa, lo único que le interesa es su propio lucimiento personal, así que le da totalmente igual cualquier cosa que no contribuya directamente a ese lucimiento. Está siempre concentrado en sus propias metas dentro de la empresa y en sus objetivos personales. No le interesa en absoluto el día a día de la compañía, ni siquiera de su equipo, sino solamente medrar y ascender. Y para ello, mejor no equivocarse nunca, y para conseguirlo, la mejor estrategia es no tomar ninguna decisión, salvo aquellas que le vaya a beneficiar de forma directa. Suelen aprovecharse de la profesionalidad de sus equipos, y son uno de los perfiles más nocivos que pueda haber en una compañía.

Y finalmente, tenemos al líder que está de vuelta de todo, al que nada le importa, que probablemente esté esperando una jubilación estupenda, y que solo quiere que todo siga como está, que no se mueva ni una hoja en el equipo. Si en el equipo hay perfiles como él, o si la tarea que desempeñan no tiene visibilidad o no tiene una gran importancia en la organización, todo va bien. El problema viene cuando de repente, por algún vaivén organizativo o de mercado, ese equipo se pone en el candelero. El líder ausente odia la visibilidad y la toma de decisiones que ello conlleva, entonces se paraliza, y el equipo queda desnortado.

¿Y qué camino tomar si te toca trabajar con un líder ausente? Pues trabajar de forma autónoma, tomando las mejores decisiones en tu entender, sin esperar al criterio de tu jefe, porque nunca va a llegar. Es cierto que hay que tener una cierta “seniority” para tomar esa actitud, pero la alternativa es quedarse bloqueado o quemarse. Tirar para adelante…y buscarse otro jefe, si es posible.