Ahora los trepas de las oficinas lo tienen más fácil, porque parece que ya no hay zancadillas y empujones en las empresas para conseguir un ascenso, o al menos es eso lo que se desprende de un reciente estudio elaborado por Infojobs. Tiene que ver sobre todo con el relevo generacional, porque los jóvenes que se incorporan al mercado laboral no parecen ser tan ambiciosos como sus padres.
Algunos datos del estudio de Infojobs: un 57% de los trabajadores aseguran que no aspiran a un ascenso profesional ni se entusiasman especialmente por recibir el reconocimiento de sus jefes. En concreto, casi uno de cada cinco asalariados (un 19%) dicen tajantemente que no tienen ninguna intención de escalar en el escalafón de sus empresas, mientras que un 38% no son tan rotundos, pero se muestran muy indiferentes ante la perspectiva de un ascenso. Y es que frente al anterior paradigma laboral, en el que el éxito se medía directamente por el tamaño de tu despacho o del coche de empresa, ahora tienen más fuerza otras variables como el bienestar personal, la estabilidad o la calidad de vida. De hecho, la gente tiene pavor a que asumir una jefatura implique directamente una pérdida de bienestar laboral y acabe afectando a la conciliación de la vida personal y laboral.
En el mismo estudio se llega a otra conclusión: si me hacen jefe, al menos que me paguen mucho más. Es decir, que un aumento de sueldo es el principal motivo por el que aspiramos a tener un puesto más alto en el escalafón empresarial, o es eso lo que declaran el 70% de los encuestados en el estudio de InfoJobs,. El reconocimiento inmaterial o el hacer cosas más interesantes está muy bien, pero no da de comer ni paga vacaciones con la familia.
Ya lo decía Oscar Wilde: “Para tener buena salud lo haría todo menos tres cosas: hacer gimnasia, levantarme temprano y ser persona responsable”. Cada vez son menos los que quieren asumir el esfuerzo que supone conseguir un ascenso, especialmente entre los miembros de la Generación Z, aquellos nacidos entre mediados de los 90 y mediados de los 2000. No es que sean vagos, sino que más bien es una cuestión de prioridades y valores. Como para casi todo en el mundo de la empresa, hay una palabra en inglés para definir este fenómeno: “conscious unbossing”, o malamente traducido, desjerarquización consciente. Los jóvenes ya no valoran tanto el poder, sino que pasa al primer nivel de la escala de valores el bienestar personal y la calidad de vida. Tenemos hasta otro palabro inglés relacionado con este fenómeno: quiet quitting, o renuncia silenciosa. Personas que defienden ir al trabajo a hacer lo mínimo imprescindible para que no le echen.
Esto puede ser un problema para las empresas, que no van a encontrar reemplazo a los mandos que vayan cumpliendo años y tengan que salir. Y entonces, ¿qué se puede hacer? Pues entender el modelo de liderazgo que interesa a los más jóvenes. Nada de jefes encerrados en sus despachos soltando órdenes, sino mejor estructuras más horizontales y colaborativas, donde todos puedan aportar independientemente de la posición que ocupen. Y por supuesto, que la empresa se preocupe de verdad de cuidar la salud mental de todos, incluidos los jefes y mandos intermedios porque el estrés y agotamiento asociado a esas posiciones es claramente un factor disuasorio.
Cada persona es un mundo, pero creo que muchas veces se confunde el no querer asumir una posición de liderazgo con ser un vago. Son cosas diferentes. Uno puede ser excelente en su trabajo y no querer asumir un liderazgo visible y puede preferir llegar a dominar perfectamente una materia sin querer perder tiempo en coordinar el trabajo de otras personas. De hecho, yo animo a todo el mundo a tratar de desarrollarse en su trabajo y hacer cosas nuevas y retadoras, pero no necesariamente a buscar un puesto directivo. Las empresas no ganan nada forzando a algunos profesionales a asumir posiciones directivas que no desean, sino que más bien deberían intentar atraer talento directivo desarrollando estructuras más planas y modernas, que a su vez, serán más del gusto de esa Generación Z que más pronto que tarde nos reemplazará en nuestros trabajos.
