El mundo y las empresas nos piden a gritos que cambiemos. Te piden que desarrolles nuevas capacidades, como si cambiar esas prácticas que te han aportado relativo éxito hasta ahora, fuera tan fácil.

Tener grandes metas puede resultar muy ilusionante y motivador. Pero lo cierto es que muchas veces son tan abstractas o lejanas a nuestro yo actual que no conseguimos encontrar el camino que nos lleve hasta ellas.

Como eso de proponerse que tu hijo “se porte bien”. Una quimera.

Soñar a lo grande con cambiar es estupendo. Todos lo hemos hecho.

La realidad es que no conseguiremos materializar ningún cambio si no somos capaces de “bajar” nuestros ideales al reino de lo concreto, trazando un camino que se materialice en pequeñas acciones claras y asumibles.

Sólo es posible lograr grandes cambios a través de micro hábitos. Porque sólo te moverás si puedes hacerlo a pequeños pasos. De esos que puedes dar todos los días, y sin mucho esfuerzo, a partir de mañana.

Nada que ver el “se bueno” con un “responde siempre que te hablen”, “recoge tus juguetes del salón antes de ir a dormir” y “no pongas los pies en el sillón”. ¿no?

Todo camino hacia una gran meta, por largo que sea, se compone de pequeños pasos

El primero de ellos es identificar un comportamiento fácil de incorporar todos los días.

Solo así podrás hacer que forme parte de una nueva rutina.

No es factible que, con tu apretadísima agenda, pierdas peso haciendo dos horas al día de bici estática, pero al menos un paseo de 15 minutos cada dos horas puede ser una buena forma de empezar a moverte.

Pero sí puedes proponerte el cerrar el correo y los mensajes una hora durante la jornada laboral para concentrarte mejor, obligarte a incorporar una línea de saludo y otra de despedida en todos tus emails, o resistirte hasta la madre de todas las urgencias antes de cancelar esas “citas menores” cuando llegan “se te hacen bola”…Tú sabrás identificar qué pequeñas cosas te iría bien cambiar.

Los micro hábitos son pequeños componentes de un hábito más grande. Al dividir un trabajo ambicioso en otros más pequeños y alcanzables que mantienes en el tiempo, los micro hábitos te ayudan a completar grandes metas.

La idea de hacer cambios a través de pequeños hábitos no es nueva, pero nos resistimos a ella porque nos parece de “poca monta”. Estamos educados más para soñar y planificar que para ejecutar. No sentimos que algo minúsculo no vale la pena, que solo lo grande importa.

No menospreciemos lo pequeño

Incluso incorporar un pequeño cambio en nuestras rutinas es más difícil de lo que podríamos imaginar. ¡Anda que cuesta una cucharada menos de azúcar en el café! Tampoco subestimes tu resistencia al pequeño cambio. Tu diablillo interior no parará de repetirte: Y total ¿para qué?

Cualquier cambio arraigado en tu rutina cuesta, por pequeño que sea.

Cómo trabajar con micro hábitos

  • Identifica cambios «ridículamente pequeños». Y hacerlo cuesta porque bajar al terreno de lo micro hace que los esfuerzos parezcan casi despreciables. Pero, justamente esa es la clave del éxito, que sea es esfuerzo sea tan pequeño que parezca que no vale la pena, porque no cambia nada… pero que tampoco cuesta nada.
  • Aprovecha una tarea diaria. Un cambio pequeño solo tendrá impacto si se repite muchas veces. Elige algo que tengas la oportunidad de hacer todos los días. Si es demasiado esfuerzo, vuelve al punto anterior y elige algo aún más pequeño.
  • No hagas un seguimiento de tu progreso. Aunque estoy 100% de acuerdo con eso de que “lo que no se mide no se puede mejorar”, cuidado con las escalas. Estamos hablando de cosas muy pequeñas por lo que el gran cambio seguro tardará en notarse. Quitarse unas cuantas patatas fritas de tu ración no te hará perder casi peso en una semana, pero lo notarás seguro en unos meses.
  • Haz seguimiento de tu acción. Lo que sí puedes medir es algo tan simple como si cumples todos los días o no. Para que luego no te engañes cuando vayas a medir cómo ha ido. Además, un simple chequeo del si/no diario te permitirá detectar patrones de comportamiento que te ayudarán a entender cómo funciona tu voluntad y qué tipo de acción será mejor elegir la siguiente vez.
  • Aguanta. Dicen los expertos que 15 días son suficientes para crear un hábito, así que ponerse uno o dos meses de plazo parece suficiente garantía. Cuando flojees, recuerda eso que decían las abuelas de que “muchos pocos hacen un mucho”.
  • Busca cómplices. Encuentra personas a las que proponer un cambio a pares o que simplemente te ayuden recordándote y motivándote a seguir en la brecha. Y aunque te pueda sonar ridículo, no descartes la idea de crear un grupo para cambiar algo todos a la vez. A veces, el tener que “rendir cuentas” a otro es la mejor manera de deshacerte de tus excusas.

Los grandes saltos a menudo son imposibles.

Pero los pequeños pasitos siempre son factibles.

Los cambios incrementales son más asequibles. Comenzar poco a poco puede lograr grandes resultados.

Apunta a lo pequeño.

@vcnocito