Que el teletrabajo ha llegado para quedarse es una realidad evidente. Que el que te ofrezcan la posibilidad de teletrabajar va a ser un punto clave a la hora de decidirse por aceptar una oferta de trabajo en una empresa u otra está más que claro. Que el teletrabajo ofrece beneficios para el empleado (ahorro de tiempos de desplazamiento, más facilidad para conciliar vida personal y profesional) y para la empresa (ahorro en espacio físico que siempre es bastante caro, más posibilidades de captar talento) salta a la vista. Que no es jauja todo lo referente al teletrabajo también es muy obvio.

Está demostrado que el teletrabajo no afecta negativamente a la productividad sino más bien al contrario, pero también es verdad que tiene un poco de truco. Para empezar, hay que disponer de unas ciertas condiciones en casa para poder trabajar. Doy fe de lo importante que es mejorar la cobertura de la wifi de tu casa cuando hay varias personas trabajando o estudiando a la vez en el hogar. O tener algo tan simple como una silla adecuada para no terminar el día con la espalda hecha unos zorros. Pero aparte de esos condicionamientos físicos, hay otro aspecto importante que afecta a tu productividad cuando teletrabajas: El sentirse o no observado.

Los expertos indican que una de las claves de la motivación es la presencia de otras personas a tu alrededor. El chiste del señor gordito que camina por la playa arrastrando los pies pero que aprieta el paso y mete tripa cuando pasa al lado de una joven bañista es un ejemplo de ello. Todos queremos parecer mejores cuando alguien nos está mirando y por eso todos publicamos en nuestras redes sociales fotos en las que salimos guapísimos o divirtiéndonos muchísimo. Y con el teletrabajo se corre el peligro de que creas que nadie te mira así que total, para qué esforzarse. De hecho, se ha comprobado que tener a otras personas cerca cuando estás trabajando aumenta la excitación fisiológica de un individuo. Quien no ha notado una subida de tensión cuando el jefe le llamaba a su despacho y le pedía que le enseñara como lleva el último informe.

Además, el que otros vean tu trabajo hace que parezca más importante, igual que la final de la Champions tiene más espectadores que el partido de regional que se está jugando a la misma hora. Trabajar e invertir esfuerzo en algo importante siempre resulta motivador para cualquiera y cuanta más gente esté pendiente de nuestras acciones más grandes parecen y por tanto, más motivadoras son.

Esta es una razón por la que motivarse cuando trabajamos solos en casa no es fácil. Nadie nos ve, nadie nos aplaude y nadie valora nuestros pequeños logros diarios como poner al día el correo electrónico, así que esos logros son percibidos como menos importantes y por tanto cuesta más motivarse para conseguirlos. También es más complicado recibir orientaciones o feedback sobre tu trabajo cuando no consiste solo en acercarte al jefe o a un compañero para trasladarle una cuestión rápida.

Y añadido a todo esto está la necesidad que tenemos de sentirnos parte de un grupo. Ya en la antigua Grecia se aplicaba el castigo del ostracismo, que consistía en elegir a una persona cada año al que se le exiliaba por ser considerado peligroso para los intereses comunes. El teletrabajo puede aumentar esta sensación de ostracismo, de exilio y de aislamiento, de no formar parte de ningún grupo, lo que acaba siendo muy desmotivador.

La solución pasa por tomar medidas sencillas como establecer reuniones habituales con los compañeros para compartir los avances realizados en los distintos proyectos, hacer uso de alguna de las aplicaciones de productividad que permiten publicar los hitos conseguidos, o enviar actualizaciones frecuentes de los progresos a los miembros del equipo. En una palabra, poner en valor tus logros conseguidos mientras trabajabas en casa. Nada especialmente complicado pero que permitirá sin duda sacar todo el partido a los beneficios incuestionables de trabajar desde casa.