Flipo con el dato. Un estudio de la universidad de Standford indica que internet y las redes sociales han sustituido a los bares como lugar donde se establece el primer contacto entre las parejas.  Según este estudio, 4 de cada 10 parejas heterosexuales formadas en 2017 se conocieron gracias a Internet, 6 de cada 10 si hablamos de parejas homosexuales.

Siempre he pensado que nada había mejor para entablar una conversación interesante que tomarse un café con alguien. Que jugar en la calle no podía igualar a ningún videojuego en red. Que, para ligar, estaban los pubs y no los chats. Que, quienes pasaban las horas muertas de cháchara en internet, eran unos frikis con importantes carencias sociales (como poco).

Los hechos me han quitado la razón.

Y las evidencias me han hecho dejar de mirar por encima del hombro a quienes dedican horas a la atención de sus “amigos virtuales”.

Hoy quiero partir una lanza en favor de las relaciones que nacen en internet

Porque hoy he podido experimentar en carne propia el calor y el valor que tienen.

En estos últimos dos años, en las redes

  • He aprendido de generosos desconocidos, que no sólo exportan su conocimiento al mundo con total generosidad, sino que se “arremangan” para debatir, para responder y para proporcionar nuevas referencias a una perfecta desconocida (sin pedirme absolutamente nada a cambio).
  • He conocido gente que es la caña en lo profesional y en lo personal. Que eran maestros y referentes por mi reverenciados, y que, al conocer en persona, he visto con asombro bajar del pedestal donde yo les había colocado, para darme un beso y comentar mi último post (y no el suyo).
  • He creado vínculos de afecto con alumnos a los que no he visto jamás. Que han seguido mis clases, que han disfrutado de “mis monólogos” a solas con una webcam y que han sabido saltarse las barreras del espacio y del tiempo para compartirme sus reflexiones (y que se han molestado en darme las gracias).
  • He participado de comunidades donde me han acogido con verdadero entusiasmo, como si llegara apadrinada por Dios sabe quién. Que me han escuchado sin apenas conocerme y que han apoyado algunas de mis aportaciones con verdadero calor (que sin duda no merecía)
  • Y he sufrido el doloroso impacto de perder (en lo físico) a un amigo virtual.

La tecnología tiene un impacto negativo en el cara a cara.

Que el medio digital no ayuda no es ningún secreto. Sherry Turkle en su libro “Reclaiming Conversation, el poder de hablar en la era digital”, dice que los jóvenes han visto reducidas entre un 30 y un 40% sus capacidades empáticas debido en parte al incremento de las relaciones a través de pantallas.

Sin embargo, la vida y la gente me han demostrado que es posible transmitir sentimientos y emoción usando los bits. Que es posible empatizar y generar confianza en gente a la que no ves.

Aunque poner más de nosotros en lo digital, humanizando las relaciones virtuales, sea sin duda el gran reto de todos. Un reto en el que puede que muchos no estemos a la altura, del mismo modo que hoy haya quienes dejan mucho que desear en interés, cariño y empatía por quien se sienta todos los días a su lado.

Aunque en la otra cara de la moneda está el alcance. Y el foco.

Seamos realistas. No tenemos tantas oportunidades de conocer a gente interesante. Gente con la que conectes por espíritu y actitud, pero también por intereses comunes. Lo digital te permite rastrear con un hashtag (#) aquello que te interesa. Buceando de partida en personas, a priori, con opciones de ser afines. Algo así como entrar en un bar lleno, digamos, de amantes a los viajes.

Por otro lado, en una carrera vital con las agendas repletas, cuesta mantener el contacto físico. Y aunque un café siga siendo mejor que una llamada por teléfono o que un mensaje, ¿no es aún mejor que nada?

Ambos mundos no son excluyentes

Y esto es lo que importa. Que no es necesario que tomes partido por uno un otro bando.

Esto no es el futbol donde si eres del Madrid no puedes ser del Atlético. De igual modo en que no tienes que “ser de comprar online o de hacerlo en tienda, ni de leer en papel o en ebook, y puedes hacerlo indistintamente en ambos medios, dependiendo del contexto o incluso del humor que tengas ese día, en cuestión de relaciones tampoco tenemos que elegir entre lo físico y lo virtual.

La posibilidad de establecer relaciones virtuales, se desvirtualicen luego o no, siempre es una suma a lo que ya teníamos. Claro que, para poder sumar, hay que romper prejuicios.

Sea cual sea el contexto, no olvidemos que siempre hablamos de personas. Y las personas somos poderosas. Si somos capaces de transmitirlo todo en una mirada o en una sonrisa. ¿Cómo no vamos a ser capaces de emocionar con una pantalla y un teclado?

Hacerlo es nuestro mayor reto en la era digital. Con la vista puesta en el hecho de que, para que una relación funcione, solo hace falta una cosa: personas interesadas de verdad en otras personas.

Acabo con un emocionado recuerdo a Javier Atienza Salvador. Un entrañable amigo, que me abrió puertas profesionales y que me regaló también su confianza en lo personal. Con quien compartí retos y también “pruebas” de la vida. Y al que sólo vi en persona dos veces. De cuyo fallecimiento me enteré por LinkedIn (extraña experiencia pero mil gracias María por acordarte de sus amigos virtuales). Y cuya ausencia deja una huella profunda. Y real, tremendamente real.

Tan real que me ha costado meses poder escribir este post.

@vcnocito