Pasamos muchas horas en el trabajo sometidos a situaciones de stress, enfrentándonos a retos diarios cada vez más complicados y sintiéndonos permanentemente examinados por la comparación con otros compañeros o con la competencia. Todo eso nos pone a prueba y consigue muchas veces sacar lo mejor de nosotros, pero también lo peor. Por todo ello, es habitual caer en algún “pecado” en el trabajo de los que ya he hablado en posts anteriores, pero aun me faltaba tratar a un perfil de personas a quienes parece que todas esas situaciones desagradables y estresantes les encantan, disfrutan con ello, y quieren más y más y más. Son aquellos que pecan de gula en el trabajo: los workalcoholics.
Son personajes cuya desmedida adicción al trabajo les vuelve desagradables y aunque el trabajo es un valor positivo en nuestra sociedad, realmente nadie admira a un workalcoholic. Su amor por el trabajo acaba afectando a su faceta personal y profesional convirtiéndoles en seres huraños, siempre agobiados por algún asunto importantísimo que tienen pendiente y que además te miran con cierto aire de superioridad o desprecio porque ellos son superhéroes capaces de desarrollar jornadas de 14 horas de trabajo fines de semana incluidos y tú no.
Salvo honrosas excepciones, son personas que no hacen bien su trabajo porque aunque suelen ser muy meticulosos y perfeccionistas, tratan de abarcar tanto que no llegan a todo. Es frecuente que se olviden de asuntos importantes porque simplemente no dan abasto. Luego en realidad, no son buenos en su quehacer diario porque carecen de algunas habilidades muy importantes: saber decir NO y saber delegar correctamente por ejemplo.
Para algunos jefes un workalcoholic puede ser el empleado ideal porque le podrá pedir un montón de tareas y no va a necesitar perseguirle para que las complete. Sin embargo, yo creo que en realidad es un personaje negativo en la oficina porque suele crear mal ambiente en la oficina: no se fía del trabajo de los demás, desconfía de todo el mundo, y es difícil trabajar en equipo con ellos porque querrán meterse en el trabajo de los demás y hacerlo todo ellos, incluso aquello en lo que son peores que el resto del equipo.
Siempre digo que cada uno vive su vida a su manera, y no tengo nada que reprocharle a alguien que tiene una situación complicada en casa y prefiere evitarla consciente o inconscientemente echando horas y horas en el trabajo. O si alguien disfruta más haciendo números en una hoja de cálculo que haciendo deporte, me parece fenomenal. Sí que critico aquellas culturas empresariales que promueven y premian la adicción al trabajo. Plantear plazos en los proyectos que ya se sabe de antemano que son imposibles de cumplir, reducir recursos para ahorrar costes sin que ello conlleve menos trabajo por hacer, emplear el temor a perder el trabajo como acicate para obligar a trabajar más y más… tengo la sensación de que son comportamientos que se están quedando un poco anticuados en nuestra sociedad actual y que las empresas empiezan a tener una preocupación sincera por el bienestar de los empleados, pero no hay duda de que todavía existen jefes que prefieren trabajar con un workalcoholic que con alguien que sepa priorizar y mantener un equilibrio saludable entre la vida personal y profesional.
Al final, tener a alguien que sufre de “gula en el trabajo” (un workalcoholic) acaba siendo perjudicial para el grupo porque supone un problema para alcanzar el buen ambiente en el trabajo que a su vez es la clave para mejorar la productividad. Y si es tu jefe el que es un workalcoholic, no será uno sino varios los que tratarán de seguir su ritmo para intentar agradarle, con lo que la posibilidad de que se genere un clima de stress, competitividad desmesurada y falta de confianza que no conducirá a nada bueno. En el fondo es una suerte tener un trabajo que sea a su vez tu pasión y que por ello no te importe dedicarle horas y horas. A fin de cuentas, pasamos muchas horas trabajando y si dedicas esas horas a algo que te encanta, mucho mejor. Pero como todo en la vida, tiene que tener un límite y una medida. Si lo superas, tienes un problema.