Muchas de las oficinas de todo el mundo hacen frente a máximos históricos de estrés entre sus trabajadores. Hay varias causas detrás de ello, pero sin embargo, muchas empresas tratan de resolver ese problema con eventos de team building, subvenciones para el gimnasio o enviando a los empleados consejos para alimentarse mejor. Esas medidas están bien, pero no sirven para gran cosa porque no afrontan la raíz del problema: falta de planes de carrera para los empleados, malos jefes, falta de claridad y contradicciones en la estrategia o desorganización y reparto desigual de las tareas.

¿Qué hacer entonces para mejorar el ánimo de los empleados y reducir su estrés? Pues atacar las causas que lo provocan. Cada empresa puede tener su casuística particular, pero aun así creo que hay motivos comunes a todas las organizaciones que generan ansiedad y desmotivación. Por ejemplo, la ausencia de planes de carrera, que conlleva esa sensación de que hagas lo que hagas, dentro de diez años vas a estar en el mismo sitio y haciendo poco más o menos lo mismo que ahora. Si hay algo que motiva a todo el mundo es ver como creces en tu trabajo y comprobar que lo que haces tiene impacto en la organización. Para conseguirlo, qué mejor que montar planes de carrera específicos por cada uno de los perfiles, dedicando tiempo a los empleados para entender qué hacen en su día a día, qué más podrían hacer y aportándoles la formación necesaria para que puedan pasar al siguiente nivel de responsabilidad.

Ya se sabe que uno de los principales motivos de desencanto en el trabajo es la mala relación con los jefes. La realidad es que en muchas ocasiones la culpa no es de los jefes, que son realmente un compañero cualquiera que se está comiendo un marrón, que se han visto en esa posición sin mucha posibilidad de negarse, solos ante el peligro, sin apenas formación ni preparación para el cargo. Estos jefes son personas que tratan de hacer su trabajo lo mejor que saben y pueden, pero que no saben hacerlo mejor porque nadie les ha enseñado. La solución pasa por mejorar el proceso de selección de jefes, acompañándolos más en el proceso de adaptarse a su nuevo rol.

Y la causa principal de estrés, a mi modo de ver: la desorganización en las empresas. Cuanto más comprometido está el empleado, más roles y tareas asume que no debería asumir porque es la salida natural ante cualquier problema, encargarlo a quien se sabe que al menos va a hacer lo posible por resolverlo. Y cuando todo es un caos, tienes la sensación de estar trabajando para nada porque nada progresa, todo es muy complicado y todo acaba atascándose. Si te implicas, te desgastas enormemente, y si te implicas menos, olvídate de ver cualquier progreso en tu trabajo.

Las tres causas expuestas pueden estar relacionadas entre sí. Si la compañía es un caos organizativo, es complicado que haya planes de carrera creíbles para todos y seguramente cualquier puesto vacante de jefe acaba siendo asignado al primero que pasaba por ahí. Y por supuesto, siempre habrá conflictos y descontentos, pero las empresas deberían dejar de hacer el paripé y mirar para otro lado para centrarse en analizar el origen de los problemas y poner los medios necesarios para atacar las causas de los problemas.