Me encantan estos palabros nuevos que surgen de vez en cuando para designar una realidad que antes no existía. Esta vez le toca el turno a Workslop, que es una mezcla de Work (trabajo) y Slop, que podría traducirse como bazofia, inmundicia, o desperdicio. Workslop designa a ese contenido generado por Inteligencia Artificial, técnicamente impoluto, bien estructurado, que suena muy bien, donde la lógica está presente… pero desconectada, que no nos dice nada tras leerlo y que nos genera más confusión que otra cosa. Igual que internet popularizó el término spam, la IA amenaza con traer esta nueva palabra a nuestro vocabulario habitual porque nos prometió más productividad, pero también nos está inundando de contenido vacío que nadie quiere leer.
Internet cambió el modo en el que se distribuye la información. Las redes sociales nos dieron el poder para distribuir contenido de forma masiva con solo unos pocos clics, se popularizó eso de que “el contenido es el rey”, y se llegó al punto de que lo difícil era capturar la atención dentro de un océano de información. El gran cambio es que ahora con la IA, todos podemos crear contenido con unos pocos clics.
Me parece realmente un cambio de paradigma, una revolución, pero no tal cual esperábamos. Muchas empresas ya están adoptando IA en sus procesos diarios, pero según según el MIT Media Lab, el 95% de ellas no ven todavía un retorno en su inversión en IA. En otro estudio, McKinsey reporta que el 80% de las empresas no han visto un impacto significativo en sus resultados. ¿Por qué pasa esto? Entre otras razones, porque confundimos contenido con claridad. El contenido se mide en palabras y documentos mientras que la claridad se mide en comprensión, en lo que despertamos en la mente del que recibe ese contenido. Cuando escribimos de forma tradicional, el autor tiene un montón de ideas que debe intentar estructurar de forma clara, separando lo superfluo de lo sustancial, haciéndolas encajar para sostener el mensaje que quiere transmitir y hacerle más fácil el entendimiento al receptor del mensaje. Pero cuando usamos la IA, las ideas nos vienen todas en fila, muy bien ordenaditas eso sí, pero se traspasa al receptor la tarea de sacarle jugo y de pensar cual es la conclusión final. La pregunta ya no es cuánto podemos generar, sino qué vale la pena decir, y si realmente lo estamos diciendo.
De esta forma, la IA se convierte en ese político que a la pregunta de qué medidas va a tomar para que disminuya el precio de la vivienda, diserta durante dos minutos con un impecable discurso que te deja igual que estabas, sin ser capaz de identificar ni una sola medida concreta. La IA es fluída, pero no clara. Ese será el desafío, crear claridad, porque cualquiera puede generar ya contenido.
Como siempre, el problema no es la tecnología en sí, sino como se utiliza. Si la usamos indiscriminadamente para cualquier tarea, acabaremos convirtiéndonos en seres sin la menor capacidad de análisis propio. Hay dos perfiles de usuarios de IA, los pilotos, que usan IA como una herramienta para potenciar su creatividad y productividad y los pasajeros, que la usan para evitar trabajo, dejándose llevar y confiando ciegamente en sus resultados. Los primeros logran mejores resultados, los segundos generan workslop. La clave está en asumir el control de la herramienta, no en cederle el timón.
Y tú, querido lector, ¿has recibido últimamente contenido que puedas calificar de Workslop? Estaré encantado de leer tus experiencias y opiniones al respecto.
