Normalmente se considera que las personas extrovertidas tienen ventaja en el mundo laboral frente a los tímidos, aunque solo sea porque se les ve más y por consiguiente, no pasan desapercibidos. Todo lo contrario que los tímidos, que disfrutan permaneciendo en un segundo plano. Así que si hay que elegir a alguien para una promoción o un proyecto importante, lo normal sería que aquella persona más visible o vistosa parta con ventaja y aparezca siempre en la lista de candidatos. Sin embargo, esta percepción parece que está cambiando en los últimos años. Con el auge del teletrabajo y la digitalización, se valora cada vez más la capacidad para trabajar de forma autónoma, el pensamiento crítico y el liderazgo silencioso.
La gente suele pensar que para tener éxito tienes que ser extrovertido, el primero en hablar y el que lidera todas las reuniones. Por el contrario, ser callado se percibe como una debilidad o una limitación. Sin embargo, creo que los tímidos (como yo mismo) tenemos otras fortalezas: normalmente somos mejores en la escucha activa, es decir, escuchamos con más atención. Somos más observadores y más curiosos, más reflexivos y más empáticos. Solemos reflexionar antes de hablar, por lo que la palabra de un tímido tiene más impacto porque traducen ideas más meditadas y que seguramente han tenido en cuenta varios puntos de vista. Se dice también que tomamos mejores decisiones ya que los extrovertidos actúan según el momento presente. También parece que trabajamos con más foco, con menos distracciones, y por tanto la calidad del trabajo es mejor, poseyendo más precisión y detalle. Ser introvertido no es sinónimo de debilidad, sino más bien lo contrario. La calma y la introspección son poderosas herramientas en un mundo frenético.
Se han hecho estudios para ver si existe relación entre la extroversión / introversión y la inteligencia, y el resultado es que la relación es cero, es decir, no tiene nada que ver una cosa con la otra. Sí que parece ser cierto que el cerebro de un introvertido funciona de manera un poco diferente a la del introvertido porque tiene una materia gris más gruesa. En cualquier caso, no parece que haya habilidades distintas entre un tipo de persona y otro. Un introvertido puede dar una brillante conferencia para 4.000 personas y hacer networking como el que más, no va a tener ninguna limitación para ello. La cuestión es si esa persona prefiere hacer esas tareas, si se va a sentir cómodo con ello… pero tiene la misma capacidad para ello que otra persona más extrovertida.
El perfil que toma mejores decisiones laborales entonces parece ser el del tímido que aprende a ser extrovertido cuando es necesario. Ese perfil tiene un potencial de liderazgo excepcional, porque combina las fortalezas de las dos personalidades gracias a su capacidad de observación y análisis combinados con la decisión de actuar cuando es necesario. Los introvertidos son líderes reflexivos y empáticos que no necesitan ser permanentemente el centro de atención para inspirar a sus equipos
No hay que confundir discreción y reserva con falta de compromiso. No siempre el que hace más ruido consigue los mejores resultados, porque el valor del trabajo no se mide en decibelios, palabras por minuto o tiempo de exposición en una reunión. El valor está en la influencia de tu trabajo sobre los demás y sobre los resultados de tu equipo, y para conseguir esos resultados, no es imprescindible ser la alegría de la huerta. Pongamos en valor los perfiles introvertidos.
