Ya sabemos que siempre puedes encontrar un estudio de una prestigiosa universidad norteamericana que respalde cualquier idea que tengas. Hoy no podía ser de otra manera… Michael Parke, de la prestigiosa universidad de Filadelfia, ha dirigido un estudio que revela que “algunos de los empleados con mejor rendimiento en sus empresas tienden a ocultar de manera intencionada información, ideas o inquietudes hasta que creen que llega el momento adecuado para hablar”. Podría decirse que es el “anticuñadismo laboral”. En vez de hablar de cualquier cosa y en cualquier momento sin realmente tener conocimiento del tema, es mejor guardar silencio y esperar al mejor momento para expresar tus ideas.
Normalmente parecería que es una estrategia equivocada, porque se tiene la idea de que en el trabajo tiene ventaja aquel que más participa, que es más visible, y que es como el perejil, que está en todas las salsas. Otro estudio dice que el 60% de las conversaciones en las reuniones de trabajo las acaparan solo dos personas, llevando inevitablemente a los demás asistentes al hastío y al aburrimiento. Pero a veces, ese exceso de visibilidad es un error. Quienes practican el silencio estratégico lo hacen precisamente por razones estratégicas, para que sus opiniones y puntos de vista tengan más impacto y sean mejor recibidos. Es esa gente que no suele hablar mucho pero que cuando habla, todos escuchan, porque siempre hablan con conocimiento y sentido común. En estos tiempos de ruido y barullo por todas partes, menos es más, deben pensar.
No siempre es fácil comunicar de forma efectiva en el trabajo. A veces las conversaciones son monopolizadas por esos “cuñados” que son expertos en cualquier tema, ya sea de ciencias, de letras o mediopensionista. Otras veces nos falta seguridad en el nuestro entorno de trabajo, derivada del miedo a juicios o a las consecuencias de llevar la contraria al pensamiento predominante. Finalmente, hay situaciones en las que ni siquiera se nos da la oportunidad de opinar, ¿verdad?.
Pero eso sí, como todo en la vida, no hay que pasarse. No es bueno ser excesivamente silencioso. Hay que cuidar tu visibilidad en la empresa, ya que no suele ser buena idea ocultarse y pasar siempre desapercibido, porque cuando vengan mal dadas, que vendrán porque siempre vienen, se te consideraría prescindible porque “no aportas nada”. Un buen profesional útil y fiable que no sepa relacionarse (tener visibilidad) con otros profesionales de la organización, no será tenido en cuenta para cualquier mejora o progresión dentro de la empresa.
¿Cómo y cuándo debemos hablar entonces? Siguiendo ciertos consejos básicos. Hablar sólo si el tema es suficientemente relevante y no desgastarse en conversaciones banales que no van a ningún sitio. Hacerlo únicamente si tenemos información lo suficientemente completa para poder comunicar con rigor, y si no tenemos toda la información, al menos dejar claro qué es lo que son hechos y qué son opiniones o estimaciones. Intentar siempre tener un respaldo numérico de algún dato que confirme nuestras palabras porque eso de “dato mata relato” es una verdad como un templo. Y por último, aprovechar cuando nuestro interlocutor esté receptivo para hacer llegar el mensaje. No me creo eso del “elevator pitch”, es decir, convencer al CEO de la compañía de algo en el trayecto de ascensor que va desde el parking hasta su despacho… no porque no tengamos tiempo suficiente, sino porque el CEO seguramente esté pensando en su primer café de la mañana en ese momento. En definitiva, a la hora de hacerte oír en el trabajo, calidad suele ser mejor que cantidad
