Eso de que los objetivos empresariales de una organización tienen que ir alineados con los objetivos personales de sus miembros para conseguir buenos resultados es un axioma que se repite en cualquier artículo de estrategia empresarial. En realidad, es una obviedad… no faltaría más que a los empleados se les premie por conseguir algo que no está alineado con lo que persigue la organización.
La teoría está muy bien, pero en la práctica, muchas veces a los empleados no se les recompensa por hacer lo que realmente es bueno para la empresa. Por ejemplo, imagínate que el objetivo principal de la compañía es aumentar los ingresos, en especial los que provengan de un nuevo producto que se acaba de lanzar. Resulta que a una persona que trabaja en ese producto se le ocurre una manera de mejorar los procesos internos para conseguir que se ahorre mucho tiempo en la gestión de los pedidos. Nada fuera de lo habitual, porque es normal que tras lanzar un nuevo producto haya que afinar muchas cosas. Se tiene una idea clara para mejorar, pero probablemente ponerla en práctica va a suponer para su creador un esfuerzo importante porque será necesario montar reuniones para alinear y convencer a distintos equipos, actualizar documentación, formar a otros equipos tras los cambios, etc. Y sobre todo, no va a traer directamente más ingresos, que es el objetivo principal de la compañía.
¿Qué harías tú? Imagínate que, tras plantear la idea a los jefes y a los otros equipos, se obtiene un consenso sobre qué realmente se ahorraría tiempo en los procesos, pero, si te remangas y te pones a ello, sabes que te vas a cargar con un extra de trabajo que a la postre, nadie te va a agradecer, ni económicamente (te pagarán el variable por lo ingresos que consigas) ni a nivel de reconocimiento interno, porque empleas tu esfuerzo en algo que no es el foco de la organización. Intuyendo lo que va a pasar, la tentación de ni siquiera decir nada y que la idea vaya al saco de ideas brillantes que nunca vieron la luz está ahí… de hecho, probablemente es lo que habría que hacer.
Los objetivos sirven para focalizarse en lo realmente importante, lo que está bien, pero a veces provocan también que se dejen de hacer otras cosas que también son importantes. Se ven cosas que influirían positivamente en el negocio y conscientemente, lo dejas correr porque piensas, “total, para qué”.
Otro escenario que se da habitualmente es que los objetivos de distintos miembros de la organización no coinciden entre ellos. Cuantas veces pasa que un compañero te pide algo que, en realidad, no te importa nada, porque tú no vas a ganar nada con ello. Le das largas porque estás ocupado pero el otro insiste e insiste hasta llegar el punto de que hasta te molesta. Es difícil gestionar esas situaciones. Hay que pensar que la otra persona no busca molestarte a ti en concreto (vuelvo a sacar a colación la frase de El Padrino “no es nada personal, solo negocios”), sino que simplemente está haciendo su trabajo, persigue algo que le han pedido a él y para lo cual te necesita. ¿Qué hacer? Podrías responder algo como “no te voy a ayudar porque esto que me pides no está en mis objetivos”, o algo más corto, el famoso “eso yo no lo llevo”, pero no creo que sea la respuesta adecuada, primero por lo que decía anteriormente, esa otra persona está simplemente haciendo su trabajo y no se merece esa respuesta y por otro lado, quien sabe si mañana se dará la situación contraria y seas tú quien tengas que pedirle algo a él. Pienso que hay que colaborar y echar una mano al compañero siempre que se pueda, pero si eres un talibán de los objetivos, lo suyo sería no hacerlo.
Es complicado eso de alinear los objetivos personales con los empresariales. Muchas empresas lo resuelven de forma muy simple, con objetivos generales que se repiten año tras año y que no tienen en cuenta las capacidades de los equipos o las relaciones entre ellos. Pero esa manera de proceder no sirva de mucho. En mi opinión, deberían ser igual de importantes que los objetivos de negocio los de la satisfacción de tu cliente interno, es decir, de lo los otros equipos con los que te relacionas a diario. Y también debería haber una manera de reconocer las propuestas de mejora que son buenas para la empresa, aunque no tengan un impacto directo en los resultados. La cuestión es que se tiende a simplificar la fijación de los objetivos, cuando es uno de los aspectos que más habría que cuidar en cualquier empresa.
