Visualizas con claridad tu yo de dentro de cinco o diez años… pero no tienes claro qué cosas te funcionarán para acercarte a tus sueños.

Aunque parezca un consejo de mierda, déjame que te diga que lo mejor que puedes hacer es hacer cualquier cosa. Porque solo cuando haces cosas aprendes cosas… que te llevan a poder hacer mejores cosas.

A lo largo de mi vida profesional, yo he descubierto que el secreto de cualquier proyecto (y las reinvenciones no son una excepción) no está tanto en saber elegir la mejor idea, sino en la capacidad de hacer algo para hacerla realidad… aun cuando no tengas claro cuál es la “acción definitiva” que te llevará a avanzar en la dirección correcta.

Soy fan de algo que los americanos llaman Bias to Action. Un concepto que describe la capacidad para pasar de las ideas a los hechos, y del que no había encontrado una buena traducción.

Hasta que hoy he visto en internet una infografía de Alfonso Alcántara, más conocido como YoOriento, que me ha hecho decir ¡voilà!

Me he sintonizado en seguida con un nuevo palabro: la HAZTITUD, entendida como la disposición para actuar para avanzar sin esperar a que todo encaje para empezar.

Para la mayoría, antes del compromiso tienen que venir las garantías. Tendemos a no mover un dedo si no tenemos claro para qué servirá lo que pretendemos hacer.

Pero si antaño esa actitud valía, está claro que el mundo ya funciona así.

Vuelvo a la Haztitud. Un término que desde ya hago mío.

Porque hoy quiero hablarte de cómo explorar el charco, mojándonos hasta las rodillas, pero sin necesidad de que el agua nos llegue al cuello.

¿Cómo hacerlo?

Estos serán los pasos:

Comienza a andar sin objetivo

Aunque no tengas claro el objetivo, tienes tus áreas de interés. Empieza explorándolas.

El secreto está en entender que una cosa te llevará a la otra.

En entender que la acción es una estrategia de descubrimiento personal

  • Descubres capacidades
  • Tienes pruebas de ellas
  • Incrementas confianza
  • Obtienes feedback real

Nos han hecho creer que no es sensato, ni seguro, ni efectivo dar pasos sin tener clarísimo adónde vamos y sin tener toda la información en la mano.

Pero están equivocados.

Piensa construyendo

“Construir es pensar”, dicen todos los popes de la innovación.

Llevamos décadas focalizándonos es resolver problemas. Pero los problemas que tenemos delante son cada vez más complejos. Y el enfoque correcto ante problemas complejos no es tratar de resolverlo.

El enfoque que funciona es tratar de reformularlo a base encontrar nuevas perspectivas. Dejando ir nuestras primeras ideas, que casi nunca resultan ser las buenas.

Todo ello sin dejarnos la pasta ni la vida en ello.

La clave está en aprender a probar ideas. Construyendo mínimos productos viables que podamos testear.

Lo de ponernos a recopilar cuanta info pudiera estar disponible ya solo funciona cuando somos capaces de encontrar suficientes datos para comprender completamente el escenario. Algo que hoy, casi nunca pasa ya.

Habla con la gente

Verbalizar ayuda a pensar. Hablar con otro es hablar con nosotros mismos.

Recuerda tu objetivo: hacer pruebas para obtener información que te permita pulir el proceso.

Y para obtener esa información, nada mejor que hablar con la gente.

No con cualquiera, claro.

Busca a gente que viva procesos parecidos o que te parezcan chulos e invitarles a comer o a un café. Busca a quienes hacen lo que a ti te gustaría hacer, llevan la vida que te gustaría llevar o tienen experiencia donde tú tienes preguntas.

Pero no les hables de ti ni de tus ideas. Ten claro de que esto no va de ti. No va de pedirles que te guíen. Ni mucho menos de que te den trabajo.

Esto va de escucharles, de conocer sus historias.

Cuando a las personas les pides que te cuenten, hablan de sus pasiones y sus odios, de las caras A y B de sus procesos, y te dan muchos detalles que te permiten evaluar si eso que tú quieres hacer es realimente como imaginas.

Si ves que estás derivando hacia tus dudas, tus ideas o tus miedos, para en seco. Porque tú aún no estás preparado para ser juzgado. Tú estás en proceso, no en tu mejor versión.

Prototipa tus ideas

Hazlo, no con el objetivo de conseguir la certeza que te llevará al éxito, sino de sacar a la luz sesgos y consideraciones erróneas que tú no reconocerías jamás.

Prototipar ideas te permite:

  • Llegar a una nueva pregunta
  • Conseguir más datos
  • Recoger experiencias reales de usuarios potenciales
  • Cogerle el gusto a esto de la exploración en base a la acción
  • Aislar dudas y variables de decisión
  • Fallar rápido y sin invertir demasiado o asumir demasiado riesgo

Recuerda: Un prototipo, una pregunta.

Espero que ya tengas claro que no te valdrá con hacer uno

Tendrás que hacer muchos.

Yolo dos cosas más…

1) Tienes que construir algo tangible. La gente no opina igual sobre una idea que le cuentas que sobre un entregable que puede “tocar”. Y tú necesitas opiniones fiables.

2) No puedes completar tu proceso en solitario porque el éxito solo vendrá de despertar emoción y acción en tu futuro público potencial. Necesitas interactuar con él.

Es hora de desmontar lo de que primero es la estrategia y luego la táctica.

Hacer para probar qué te funciona a ti es la única manera efectiva de definir con éxito un proyecto de evolución profesional o personal.

Te propongo que olvides esa máxima de jugadores de ajedrez de “se piensa en el coco y luego se mueve”.

Solo moviendo tus piezas a lo loco por todo el tablero tendrás una buena perspectiva.

@vcnocito