Todos llevamos una mochila a cuestas con una serie de “cargas” (responsabilidades laborales, familiares, compromisos que adquirimos en un momento dado y que nos cuesta mantener, etc, etc, etc.) Hay cargas que entran y salen y otras que pesan más o menos dependiendo del momento, pero la cuestión es que no es imposible tomarnos un respiro o un descanso alguna vez, pudiendo ocurrir que llegue un punto en el que nos pase como al burro de la fotografía que encabeza este post y la carga acabe por vencernos.  Solemos decir entonces aquello de “estoy muy quemado” para expresar lo cansados y agotados que nos sentimos.

El “síndrome del quemado” fue introducido inicialmente por un psicólogo llamado Freudemberger en 1974 para designar la respuesta de un trabajador al estrés laboral, que se genera sobre todo en profesiones con una relación interpersonal  intensa con beneficiarios del propio trabajo (profesores, médicos, servicio de atención al público…) O realmente cualquier otra profesión en el que haya otra persona que necesite de tu trabajo para poder hacer el suyo propio. Es decir, prácticamente cualquier persona es susceptible de “estar quemado” en su empleo. El “síndrome del quemado” se caracteriza por un sentimiento de estar siempre agotado, física y emocionalmente, y por actitudes negativas hacia prácticamente todo lo que te rodea, no solo el trabajo sino hacia la vida en general.

 ¿Y cómo manejar este síndrome del “Burnout” o del quemado? Creo que realmente todo se reduce a un consejo fundamental: tomarse un respiro alguna vez  o como decía mi compañera Virginia en uno de sus posts anteriores, hacer el vago de vez en cuando. Parece que actuando así proyectaremos una imagen de débiles, conformistas y en una palabra, malos profesionales, pero no es así. Es más bien al contrario. Es una cualidad muy valiosa saber decir NO a aquellas tareas que no aportarán nada valioso a nuestro proyecto y por consiguiente, saber centrar nuestras energías en aquello que sí es realmente importante. La consecuencia es que se reduce el estrés y finalmente, acabamos siendo más productivos.

Por otra parte, admiro enormemente a aquellas personas que saben tener paciencia, no precipitarse en las decisiones y actuar en el momento adecuado. Creo que es de las cualidades más difíciles de encontrar en una empresa: personas que ni lo dejen todo para el último día ni se lancen como locos a tomar medidas ante el primer revés que surja en un proyecto. En una de mis películas favoritas, Braveheart, William Wallece, encarnado por Mel Gibson, consigue una gran victoria al mando de unos pocos escoceses sobre el poderoso ejército inglés en la batalla de Stirling precisamente por saber esperar y actuar en el momento preciso. En esa batalla, Wallace espera al ejército inglés en una zona pantanosa en un extremo del puente de Stirling, que solo tenía anchura para dos jinetes de la caballería pesada inglesa. Los ingleses, ansiosos por derrotar a los escoceses, atacaron con la totalidad de la caballería por medio del puente. Wallace tuvo que frenar el ímpetu de sus soldados y pedirles que esperaran a que el enemigo se acercara. Cuando observó que más de la mitad del ejército inglés había atravesado el puente, pequeños grupos de soldados escoceses conveniente ubicados destruyeron el puente, enjaulando a los ingleses en se terreno pantanoso donde la caballería inglesa era totalmente inútil. Por supuesto, Braveheart ganó la batalla.

La clave de esa victoria fue saber actuar en el momento preciso, ni ir a buscar a los ingleses precipitadamente a su terreno ni tomar una actitud pusilánime y dejarse avasallar. Esto es aplicable también a nuestro día a día en el trabajo. Si queremos hacer demasiadas cosas a la vez, posiblemente no haremos ninguna bien y acabaremos totalmente quemados, agobiados y sobrepasados por el montón de tareas con las que nos cargamos. Es mucho más inteligente tomarse un respiro de vez en cuando, eliminar lo superfluo de nuestro trabajo para centrarse en lo realmente importante y, finalmente, detenerse a reflexionar y a mirar las situaciones con cierta perspectiva para averiguar cual es el momento preciso para actuar sin lanzarse a tontas y a locas a hacer un montón de cosas que no aportarán nada a largo plazo.