Dicen que el trabajo es el lugar donde menos proclives somos a mostrar gratitud. Tal vez pensemos que no haya que dar las gracias a alguien sólo por hacer su trabajo. Ni a tu jefe por ese entorno de trabajo más o menos cómodo. Ni a tus compañeros por esa mano y esas risas. Ni al cliente por su confianza… Sin embargo, ser agradecido en el trabajo no sólo mejora tu nivel de felicidad sino que aumenta tu productividad.

¿Sabías que cuando pensamos en dar gracias a la vida por lo que tenemos, el trabajo ocupa frecuentemente el último lugar en la lista? ¿Que agradecemos menos cuanto más dinero ganamos? Parece que 4 de cada 10 profesionales creen que dar las gracias les da imagen de debilidad y que propicia que tus compañeros se aprovechen de ti. Que dar demasiado las gracias puede contribuir a crearte una imagen de dependencia, de necesitar que los demás te ayuden en tu trabajo. Que incluso puede ser utilizada en contra tuya.

No sé si eres de los que creen que en la empresa sólo los intercambios económicos cuentan. Que lo emocional no suma, que es guay pero no es valioso. Me cuesta creer que te no aporten nada el respeto y la valoración de los demás, el sentido del deber cumplido, ni el placer del trabajo bien hecho. Porque no hacen falta informes para ver que dos personas con similares capacidades, carga de trabajo y sueldo pueden sentirse en las antípodas. Y entonces ¿por qué nos cuesta tanto agradecer la ayuda que nos prestan los demás?

Sea como fuere os propongo empezar el año asumiendo el reto de elevar nuestro nivel de gratitud. Ser agradecido no sólo te hace sentir mejor sino que te ayuda a trabajar mejor. Así que aunque, aunque ampliando el alcance de tu agradecimiento te vaya a ir mejor, no lo hagas sólo por el interés.

Que te den las gracias por tu trabajo te hace sentirte valioso

Decir gracias no cuesta nada y tiene mucho impacto positivo. Refuerza nuestros sentimientos de eficacia y nos sube la autoestima. Crece nuestra confianza y nos predispone a la colaboración y el trabajo en equipo. Está demostrado que cuanto más agradecido eres, mejor te sientes. Así que, mejor te va.

Supongo que no se trata llegar de las Navidades repartiendo gracias a diestro y siniestro. Pero tal vez puedas aprovechar tu tradicional felicitación navideña para acompañarla de pequeñas briznas de “gracias”. Seguro que sabrás encontrar el modo que te cuadre. A mí se me ocurren algunas ideas, como

Dar las gracias a tu jefe. No todos tenemos equipo, pero todos tenemos jefe. Valora darle las gracias por lo que has aprendido a su lado. Sí, no me mires así, que de todo el mundo se aprende algo. Y si quieres mantener el tono una vez pasadas las fiestas, trata de buscar momentos para hacer sesiones de feedback o status de proyectos en los que seguro que puedes encontrar más ocasiones para dar las gracias.

Dar las gracias a alguien a quien nunca se le suele agradecer nada. En todas las organizaciones unos cardan la lana y otros se llevan la fama. ¿Qué hay de quien bucea en la base de datos para conseguir esa cifra que ayuda a tomar decisiones? ¿De quién hace esa labor ingrata de tramitar incidencias o revisar facturas? ¿De esa siempre sonriente administrativo que tramita los gastos de tu viaje sin despeinarse? Dar las gracias a esas hormiguitas silenciosas es importante. Porque sin ellas no llegaríamos ni la mitad de lejos.

Dar las gracias a alguien que te caiga mal. Reconozco que este es un reto diez. No sé si será por orgullo o por grima pero, al menos a mí se me atraganta un pelo. Pero como cuanto más ejercicio haces más toxinas liberas, me lo propongo en serio. Aunque sea con la boca pequeña… Seguro que la siguiente vez, ya la abro un poco más.

Buscar nuevos modos de dar las gracias. Resulta que hay gente a la que le corta dar las gracias en persona. Pues aprovecha otros canales para hacerlo. Una respuesta a su email con un escueto “gracias”, unos aplausos en ese grupo común de WhatsApp, un reconocimiento en la intranet de la empresa… O tal vez un artículo que le pueda interesar, una pista sobre eso que escuchas que anda buscando. Todo suma.

Ser agradecido incluso cuando todo se pone en contra. Dicen los psicólogos que dar las gracias previene el estrés. Que incluso, mejora el sistema inmunológico. A saber… Yo veo que a las personas agradecidas les va mejor, sea lo que fuere los que sucede a su alrededor. Porque el ejercicio de dar las gracias te obliga a entrenar tu capacidad para ver el lado bueno de las cosas. Y esa es la mejor herramienta que conozco para transformar cualquier revés en una oportunidad.

Eso sí, trata de ser sincero en tu agradecimiento.

Obligase a dar las gracias no funciona. Porque unas gracias falsas o forzadas se notan, haciendo peor el remedio que la enfermedad. No deberías hacerlo si no te has convencido. Ni te fuerces ni te pases. Simplemente párate y proponte valorar y reconocer eso que te gusta, que te beneficia. El camino no es otro que buscar momentos y espacios que abonen tu agradecimiento. Conseguir “ponerte en tesitura” para que te salga de la manera más natural posible.

Tal vez te siga costando incorporar la palabra “gracias” a tu vocabulario. No pasa nada. Incorpora pequeños detalles de atención hacia quienes te rodean, que reconozcan los beneficios que te produjo ese compi a quien nunca miras. Pequeños gestos que digan de ti que los demás te importan. Con eso basta. ¿No te parece?

¡Feliz año!

@vcnocito