Será porque acabo de cumplir años, que hoy quiero homenajear al Balcón40 a mi modo. Y este homenaje consiste en regodearme en el año de más que acabo de cumplir, con el que fielmente represento el espíritu cuarentón de este blog. Y es que cumplir años es un lujo si invertimos nuestro tiempo bien: uno se vuelve un año más experto, más sabio, más práctico y resolutivo. Vamos, que si nos ponemos, las canas pueden sentarnos muy bien y ser muy productivas (¡¡ahí queda eso, que no tengo abuela!!). Y remarco esto de “si nos ponemos”, porque cierto es, que la edad también limita nuestras energías, y lo más importante es saber cómo dosificar y canalizar nuestra energía actual, con más criterio y con la inteligencia adquirida por el camino. Y ahí quiero yo llegar hoy.

He estado releyendo un artículo de hace ya tiempo en El Confidencial que me indignó profundamente; se llamaba “El trabajo no es para viejos: «Los mayores de 45 están muertos, no tienen ideas»” y será que como yo me identifico ya como mayor me afectó y me pareció profundamente injusto. De hecho al releerlo hoy para escribir este post, lo que me indigna es el título más que el contenido, con el que puedo llegar a estar parcialmente de acuerdo (…y con los titulares estoy aprendiendo ya a no cabrearme porque el mal rato me lo llevo yo sola, y no me veo capaz de luchar contra esa tendencia de llamar la atención sin reflejar el contenido del artículo que se ha impuesto últimamente…).

El artículo viene a relatar cómo los inversores de capital riesgo en Sillicon Valley se decantan por la osadía de jóvenes sin complejos frente a la experiencia de emprendedores que peinan canas. Y… en el fondo tiene cierta lógica; si eres un inversor de capital riesgo, en Sillicon Valley, que es el centro neurálgico de las revoluciones tecnológicas en el ámbito de las comunicaciones, lo que buscas seguro es pegar un pelotazo. Y efectivamente asumes mucho riesgo. Y coincido también en que las revoluciones en general, las llevan a cabo los jóvenes, porque no están contaminados ni coartados por el convencionalismo, y porque tienen mucha fuerza y muy poco que perder. ¡¡Qué haríamos sin los jóvenes!!

Pero mi pregunta es… ¿no se nos está yendo un poco la mano? Me refiero a que si hay que escribir una oda a la juventud, soy la primera que me apunto; pero no asumo que ese brillo que tienen los jóvenes pase por oscurecer la valía de los mayores (mayores, sí). Eso no me cuadra ¿Estamos calibrando lo que nos perdemos?¿Somos conscientes de que para que una empresa funcione, no sólo bastan las innovaciones tecnológicas? Porque una empresa, digo yo, está pensada para perdurar en el tiempo, mientras que las innovaciones tecnológicas son pasajeras: más tarde o más temprano, cualquier innovación tecnológica deja de serlo, al igual que los jóvenes que con 20 años fueron taaaaan innovadores, probablemente no lo sean tanto con 40, pues habrá otros de 20 que les superen.

Es muy difícil ser consciente y darse cuenta con 20 años de que cuando tengas 40 los de 20 te superarán en muchos ámbitos. Y cuando tienes 40, seguro que además es difícil asumirlo, pero esto es así. Lo que creo que es importante es que con 20 años empieces a ser consciente de que lo que te hará crecer y llegar lejos siempre es tu capacidad de aprendizaje y tu adaptación al medio, y el hecho de ser capaz de aportar en cada momento aquello en lo que seas más productivo. Y os aseguro que los de 40 podemos aportar mucho, y en muchos campos.