Soy de las que creo que debemos trabajar la capacidad de mirarnos al espejo para ver más allá de la nueva arruga. Todos los días, con todos los humores, cuanto más mejor… A mí me ayuda, aunque reconozco que me cuesta. Eso sí, tengo claro que si te animas al reflejo sin miramientos, debes estar dispuesto a ponerte deberes. Porque sólo conseguirás amargarte si tras ver tu defecto, no sales corriendo a ponerle remedio.

Comparto hoy la lista de habilidades que me propongo cultivar. Porque no conozco mejor manera de obligarse que retratarse y porque realmente me dan envidia quienes de ellas disfrutan. Nos hacen la vida y el trabajo más fáciles a todos.

1. La honestidad
Para dejar de echarle la culpa al tráfico cuando he tardado media hora en decidir qué me ponía, Para pedir disculpas a pecho descubierto pero sin sentirme obligada a liarme en los detalles. Para decir no cuando va a ser que no y por supuesto cuando va a ser que sí, sea o no lo que los demás esperan de ti.

2. La crítica
Para poder señalar errores ajenos con la delicadeza necesaria. Ofreciendo cariño y acompañamiento al implicado. Para no olvidar dar una y mil veces las gracias a quien haya señalado los míos, animando con una sonrisa y un café a que lo sigan haciendo.

3. El debate
Para poder debatir de todo sin que nada parezca una discusión. Para no olvidar que el tono y la postura transmiten más que las palabras. Para poner en valor el poder de las preguntas y lo necesario de los silencios. Para que nunca falte la duda. Para poder acabar siempre riendo con los contrarios.

4. La cintura
Para moverme con la dosis justa de dureza y flexibilidad. Para navegar con rienda firme en el mar de mis apegos, sabiendo que a veces convendrá soltarse. Para mantener el equilibrio sabiendo cuándo permanecer en el burro y cuando bajar de él.

5. La templanza
Para saber esperar a que otros lleguen donde me encuentro, para conjugar eficacia y relación sin roces ni fricciones. Para dominar mi ansiedad, para disimular mis cabreos, para mutar mi crítica en sonrisa, o al menos en silencio. Para nunca perder los nervios, manteniendo el ánimo por gordas que sean las piedras del camino y viendo en cada traspié un nuevo reto.

Para no ser esclava de un estilo de vida que marca mi yo pero que no me gusta. Para que sea mi cabeza y no mi hígado quien dirija mi vida. Para aprender a vivir, asegurando haber metido en la mochila las dosis necesarias de temeridad y moderación.

Y a ti, qué te gustaría mejorar?